PiscoBcn, a través de Julián López Tresierra, en su constante trabajo de hacer llegar ese gran destilado peruano a todos los rincones del mundo, al mismo tiempo, ha mostrado su interés en mantener, conservar y difundir los valores esenciales como son el respeto a las personas y el respeto hacia la naturaleza. Por ello, os propone leer el artículo de la periodista Milagros Salazar, cuyo contenido (muy interesante) se refiere al trabajo del Sociólogo peruano Julio C. Tresierra, cuya obsesión - en el mejor sentido - es la conservación del medio ambiente y la mejora, al mismo tiempo, de la vida de grandes sectores excluidos y que gracias a sus propuestas, muchos campesinos que viven en extrema pobreza han podido conservar sus recursos hídricos y, a la vez, obtener importantes ingresos.
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Photo credits: Julio Tresierra
21 de agosto de 2013 Por: Milagros
Salazar
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Un sociólogo peruano ha
logrado demostrar que la conservación y el desarrollo económico no son
antagónicos. Gracias a su propuesta, muchos campesinos que viven en extrema
pobreza pueden conservar los recursos hídricos y, a la vez, obtener importantes
ingresos. Centenares de familias han sido beneficiadas en Guatemala, Perú e
Indonesia. Hoy, la propuesta de Julio Tresierra ha llamado la atención del
gobierno de China y otras naciones.
Julio Tresierra tiene una
obsesión por el cambio. Desde que dejó su país de origen, Perú, cuando aún era
un veinteañero con estudios de Sociología, empezó a explorar el mundo con la
curiosidad de un adolescente. América del Norte, Europa Oriental, Asia, África.
Quería “entender cómo funciona la realidad” en diversos continentes, “las
razones que causan al ser económico, social, político”, “entender las leyes de
la transformación”. Pero este peruano no sólo se dedicó a observar con ojos
ávidos sino también a crear oportunidades para las personas que viven en
situación de pobreza extrema. A sus 71 años, y con un imponente 1.84 de
estatura, Julio Tresierra sigue siendo un trashumante vigoroso.
Ha trabajado en más de 60
proyectos de desarrollo social con diversas organizaciones de la sociedad civil
y entes gubernamentales en África, Asia, América Latina y Europa. Concluyó la
carrera de Sociología en la Pontificia Universidad Católica del Perú, y luego
terminó una maestría y un doctorado en el Departamento de Sociología y
Antropología de la Universidad de Notre Dame, en Indiana. “Lo hice para
equiparme de conocimientos que me permitieran entender las raíces de los
problemas sociales a largo plazo, y también como punto de partida para
conexiones internacionales que hicieran posible poner en práctica estas
teorías”, nos dice Tresierra desde China.
Su voz, a través de la
conexión vía skype, es clara, vital y llena de energía. Nadie podría creer que
ha vivido tres cuartos de siglo. Él supone que dicha jovialidad se debe a su
curiosidad por el mundo, a su pasión por el conocimiento. Por esa búsqueda
constante, Tresierra decidió idear una propuesta frente a “la visión
frustrante” que ha marcado el debate de los últimos treinta años en torno a la
necesidad de conciliar la conservación del medio ambiente con el desarrollo.
Concibió una nueva forma de
intervención en las zonas rurales a partir de la gestión de los recursos
hídricos y el pago por este servicio que ayudara a los campesinos a salir de su
situación de pobreza. En la lógica de Tresierra, si los agricultores y
ganaderos de las zonas altas mejoraban el uso del suelo para evitar la
sedimentación y erosión que afecta a la cuenca hidrográfica, obviamente los
pobladores y dueños de actividades productivas de las zonas bajas, que siempre
necesitan de los recursos hídricos, estarían dispuestos a pagar por ese
servicio.
Se generaría un círculo
virtuoso sostenible: los agricultores de las zonas altas, que usualmente son
los que viven en extrema pobreza y cultivan para el autoconsumo, también se
beneficiarían con mejores cultivos al recuperar la calidad del agua, y luego
podrían abastecer a los mercados locales. Incluso podrían, en algunos casos,
comerciar con compradores extranjeros. Al final, el agua uniría a los diversos
actores de la cuenca que, hasta hoy, convivían en permanente conflicto.
Tal visión, por fortuna, no se
quedó en un sueño: ahora es una realidad. Desde hace cuatro años se viene
aplicando en Indonesia, Perú y Guatemala: se han beneficiado centenares de
familias y las autoridades locales están dispuestas a continuar. La semilla
sigue floreciendo.
LOS INICIOS
¿Cómo fue posible dar el
salto? Hace ocho años, Tresierra recibió una propuesta de trabajo de WWF y
aplicó, por primera vez, este modelo de intervención. Las circunstancias se
dieron para que el proyecto se desarrollara con CARE, una organización
internacional con especial interés en la asistencia a las poblaciones
excluidas.
Era la oportunidad que andaba
buscando: como WWF es una organización con presencia en más de 100 países,
luego sería posible replicar la experiencia a nivel global. Pero llegar a este
punto fue un proceso largo de “puertas que se cerraron y otras que se
abrieron”, pues, por lo general, todo se consigue “tratando, fracasando,
haciendo”. Antes de echar a andar el proyecto en el campo, debió identificar
las zonas más convenientes, o viables, para después convencer a las autoridades
y actores locales de los beneficios de su propuesta.
Como resultado de la
perseverancia, en Perú se han logrado resultados importantes. De acuerdo con
Ana Marleny Cerna, la coordinadora regional del proyecto, siete comunidades de
la cuenca del Jequetepeque, que incluye a las regiones norteñas de Cajamarca y
Lambayeque, han triplicaron sus ingresos en dos años debido a la reconstrucción
del ecosistema para recuperar la capacidad de filtración del suelo y la
contención de los sedimentos. El trabajo continúa con recursos del Ministerio
del Ambiente y la Junta de Usuarios de Riego de Jequetepeque.
Tresierra celebra estos logros
alcanzados. Él siempre ha estado vinculado a la naturaleza, “a una realidad
geográfica, de manera constante”, y ha visto de cerca las demandas de las
poblaciones excluidas. Creció en la Amazonía y en los Andes de Perú. Pasó su
niñez estudiando en la Sierra Central, y a los 13 años de edad decidió trabajar
en la construcción de túneles: no por necesidad económica sino para generar
recursos propios que le permitieran cierta independencia en casa. “Ahí empezó
un proceso profundo de aprendizaje. Pude ver los abismos entre las comunidades
locales, la grandeza de la naturaleza, y también la inocencia de la
gente”. Su amigo de las aulas universitarias, Luis Herrera, siempre
recuerda su gran sensibilidad por lo social, su perseverancia y su temple de
visionario.
“Este modelo que propongo
promueve un arreglo de negocios entre compradores y vendedores del servicio
ambiental. No es una donación, es un incentivo para salvaguardar la naturaleza.
No es una cuestión de responsabilidad social corporativa, es una propuesta de
negocios entre los campesinos de cuenca arriba y los usuarios de agua en la
cuenca baja”.
El agua para las zonas bajas
no sólo se destina al consumo; también es usada por grandes compañías para la
fabricación de sus productos o para generar energía. “Yo me siento con el
presidente del directorio de Coca-Cola y los campesinos de Tanzania para
ponernos de acuerdo. La idea es buscar formas de unir polos: el manejo del
capital económico y el manejo de la naturaleza”, apunta Tresierra con
vehemencia tras puntualizar que una sola pregunta respalda este proceso: “¿cuál
es el elemento natural que le compete a todos, sin importar las diferencias
sociales? El agua.”
La naturaleza no hace
distinciones. Los tiempos de sequías afectan a todos, pero pueden ser más
llevaderos también para todos con un manejo eficiente de la cuenca. De esta
manera, explica el experto, se ha logrado poner al mismo nivel tres capitales
que suelen estar divorciados: el capital social (el campesino pobre de las
zonas altas), el capital natural (el ecosistema que provee los recursos
hidrológicos), y el capital financiero (las corporaciones públicas o privadas
que se benefician del agua cuenca abajo).
LECCIONES
Dice Tresierra que todo este
camino andado ha sido una “mezcla de prueba y error” que permitirá seguir
ajustando este modelo y buscando nuevos compromisos. Para ello, considera
importante mantener siempre una mente abierta, un pensamiento crítico. “Nada
está terminado, lo fundamental es lo que permite penetrar más allá de las
apariencias. Hay que seguir tratando una y otra vez, persistir”, sostiene con
voz enérgica y rotunda.
Asegura que siempre estuvo
convencido de los resultados de su propuesta porque estaba sustentada en la
realidad, en el conocimiento, y no en la emoción. Es importante ser
“consistentes en las propuestas y discursos, respetar las diferencias”.
Al comienzo, cuando ultimaba
los detalles del proyecto con WWF y CARE, la idea era trabajar en Honduras. No
fue posible. En el caso del Perú, se buscaba aplicar el modelo en la cuenca del
río Chira, situado en la región Piura, pero se opusieron tanto las autoridades
como un buen sector de la población. “Uno tiene que aprender que a veces no hay
posibilidades de entrar a algunas zonas. Hay que reconocer las resistencias al
cambio lo suficientemente rápido como para no terminar de cabeza”.
Por estos días, Tresierra
sigue buscando diversos mecanismos para financiar la conservación del medio
ambiente y mejorar, al mismo tiempo, “la vida de grandes sectores excluidos”.
“No debe prevalecer el individualismo, el mundo es colectivo”.
Sus nuevas apuestas están hoy
en lugares remotos: Tanzania, Rumanía y Bulgaria. Desde hace tres años trabaja
con el gobierno chino para replicar su modelo de desarrollo en zonas rurales.
Su etapa con WWF acabó por el momento, pero él sigue apostando por el cambio.
No se conforma con las reglas de la “explotación de los recursos naturales
desde una mirada cortoplacista”. “La realidad biológica tiene límites establecidos:
tenemos un solo planeta y hay que cuidarlo porque no se va a duplicar”.
Milagros es
una periodista de investigación especializada en temas ambientales y sociales.
Colabora con el equipo de investigación IDL-Reporteros, en Lima, Perú, y es
corresponsal de la agencia de noticias Inter Press Service. Es miembro del
Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ). La puedes
encontrar enmilisalazarh@gmail.com.
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