He elegido este artículo por considerarlo muy interesante en tanto en cuanto se refiere a una costumbre que viví al principio de los 70, la cual me encantaba observarla o compartirla ya que era otra forma de reunión entre amigos o familiares y que normalmente lo hacíamos los domingos.
“Es una bebida y una ceremonia muy sexy. ¡Es nuestra fiesta diurna!”, asegura Miguel Ángel Vaquer, de la bodega Casa Mariol. “Afortunadamente, el brunch ha perdido la batalla, y los bares y restauradores han optado por lo natural, por la herencia, por lo de aquí. Después de tanto lambrusco, gin tonic y cañita bien tirada, ¿será la hora del vermú?”.
Para Vaquer, miembro de una casa vermutera de la Terra Alta tarraconense cuya imagen de marca recibe alabanzas de medios como Monocle, The New York Times Magazine y Esquire, el resurgir del vermú se debe al carácter democrático. “Reúne a mayores, jóvenes y niños, lo puedes hacer sentado o de pie, con mal o buen servicio, bajo el sol de mediodía y sin gastar mucho dinero”.
Mónica Escudero/Mikel López Iturriaga
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